
Soy Luz Álvarez, asesora de Angels en Chile y enfermera apasionada. Trabajé en neurología durante una década antes de convertirme en asesor de esta bella iniciativa. Y quiero compartir contigo una experiencia que me enorgullece y me hace sentir esperanza.
En el corazón de Chile, en la región de Maule, se encuentra el Hospital de Linares. Las frutas y verduras, la carne y el vino son el alma de esta tierra, su esencia y destino. El hospital es una base de salud pública en una región donde la vida rural y urbana está entrelazada. Atiende a una población de aproximadamente 260.000 personas, alrededor del 17% de las cuales son pacientes rurales.
En el Hospital Linares, tengo el privilegio de trabajar con un extraordinario equipo de enfermeros que se han convertido en el corazón del programa de cuidados del ictus. Todos los días, estos profesionales no solo proporcionan atención, sino que también lideran con coraje y compromiso en cada paso del proceso de atención. Incluyen a María Soledad Catalina, que es la directora adjunta de gestión de la atención, Carla Molina, supervisora de urgencias y Catalina Sánchez, enfermera clínica.
Desde el momento en que un paciente con ictus entra en el hospital, ya sea bajo su propio vapor, en ambulancia o transferido desde otros centros sanitarios, estas enfermeras saben que cada segundo cuenta. No solo aplican protocolos bien definidos, sino que también coordinan con precisión cada acción necesaria, desde la evaluación inicial y la TAC, hasta la conexión con el neurólogo que proporciona teleasistencia desde la ciudad cercana de Talca. Su capacidad de liderazgo y de toma de decisiones es crucial para determinar el tratamiento adecuado, ya sea para el tratamiento trombolítico o médico.
En Chile, el personal de enfermería es el pilar de la gestión de la atención al paciente, y eso es lo que me inspiró a plantear un gran desafío para este equipo, concretamente para controlar la calidad de la atención de todos los pacientes con ictus que llegaron al hospital, ya fueran isquémicos o hemorrágicos, o una crisis isquémica transitoria. Como miembro del personal de enfermería, sabía que, con su experiencia y compromiso, podrían impulsar un cambio significativo en el cuidado de estos pacientes.

Una mujer curiosa
Elegí ser enfermera porque combina mi interés en el campo sanitario con mi vocación de servicio.Cuando me gradué y empecé a trabajar, no había oportunidades de tratamiento para los pacientes que sufrieron un ictus. Fue una situación lamentable y dramática, ya que los que sobrevivieron se quedaron con discapacidades graves.
Trabajé en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Santa María, un centro sanitario privado que inició la trombólisis intravenosa en Chile. Ver cómo este tratamiento cambió los resultados de las personas marcó mi trayectoria profesional y por eso decidí trabajar en neurología.
La enfermería de neurología requiere conocimientos especializados, incluida la capacidad de realizar evaluaciones neurológicas para controlar las afecciones de los pacientes y saber cómo prevenir nuevos acontecimientos y/o complicaciones. Más allá de las competencias técnicas, un enfermero que trabaje en una unidad de ictus debe saber cómo trabajar en equipo para proporcionar una atención integral a los pacientes. Y como un ictus no solo afecta al paciente, sino también a su familia, la enfermera debe ser generosa y crear espacio para el apoyo emocional y espiritual de sus pacientes.
Soy una mujer curiosa. Por lo tanto, como enfermera de la unidad cerebrovascular, he participado activamente en talleres y congresos de enfermería. Así es como empecé a dar charlas de formación sobre trombólisis en el ictus a los equipos de enfermería.
En 2018, Campos de Campo, jefe del equipo de Angels en Chile, nos habló de la Iniciativa Angels. Me aplicó, progresé a través del proceso de selección y en diciembre de 2018 me llamaron para formar parte de la Iniciativa Angels.
Ser enfermera y trabajar con pacientes con ictus me ayuda a conectar con equipos de atención sanitaria, tanto públicos como privados. Puedo hablar desde la experiencia, utilizando un lenguaje que se relacione con mi público.
Espíritu y pasión por el cuidado
En el Hospital Linares, encontré un equipo de enfermería capacitado. Me contaron cómo centraron su trabajo en la mejora continua de los procesos de atención al paciente. Vi en ellos el espíritu y la pasión por la atención, y estaba convencido de que el proyecto de control de calidad sería un éxito.
Cuando me reuní con María Soledad y su equipo, propuse la idea de implementar un sistema de registro y análisis de datos para evaluar cada caso, identificar áreas de mejora y garantizar una atención excelente. No solo aceptaron el desafío, sino que lo superaron con una pasión que me afectó profundamente.
El personal de enfermería se dividió en tres grupos de trabajo. Un grupo sería responsable de recopilar datos de las historias clínicas de los pacientes, el otro para relacionarse con el neurólogo y el tercer grupo sería responsable de cargar los datos en RES-Q
Presentaron la propuesta al director médico del hospital, quien los apoyó, y así comenzaron a registrar cada paso del proceso de atención, desde la llegada del paciente hasta el alta hospitalaria. Este registro detallado incluyó los tiempos de respuesta, los tratamientos aplicados, el cumplimiento del protocolo y los resultados obtenidos.
Formalmente iniciamos este proyecto en enero de 2025 con una ceremonia en el hospital a la que asistieron el director médico, el jefe de Neurología, el Comité de Profesionales de Enfermería y Urgencias, la Unidad de Pacientes Críticos y la Iniciativa Angels.
Durante el proyecto, el personal de enfermería dirigió reuniones periódicas en las que revisamos el progreso, los retos y las oportunidades de mejora. Su capacidad para implementar los cambios de forma rápida y eficaz fue clave para el éxito del proyecto.
Gracias al liderazgo y la dedicación de María Soledad, Carla y Catalina, junto con mi apoyo, el Hospital de Linares consiguió un Premio de Oro Angels de la WSO en el primer trimestre de 2025. Este logro no solo refleja su esfuerzo y vocación al servicio, sino también su compromiso con el trabajo basado en la evidencia y profundamente humanizado.