
En 2024, un viento de cambio explotó con fuerza en un servicio del sistema de emergencia prehospitalario de Uruguay. La historia comenzó en Montevideo y Ciudad de la Costa, donde Emergencia Uno, un equipo comprometido con la salud de los uruguayos, decidió enfrentarse a uno de los mayores desafíos de la medicina: el ictus.
Así es como la Dirección Técnica de Emergencia Uno, a través del auxiliar de enfermería Julio Falero, aprendió la Iniciativa Angels. Con la colaboración de esta iniciativa internacional, y con la fuerza proporcionada por la jefa de calidad, Fabiana Ruibal y la directora médica, Ximena Gadea, comenzaron un proceso de mejora continua que buscaba cambiar las vidas de los pacientes, reducir las secuelas y, lo que es más importante, aumentar las posibilidades de supervivencia.
El camino no era fácil, pero el objetivo estaba claro. Emergencia Uno tenía un sueño: que ningún paciente del país se quedaría sin la posibilidad de recibir atención médica de calidad en los momentos más críticos. La clave fue el diagnóstico temprano y el tratamiento inmediato, por lo que se implementó un protocolo de intervención rápida, como una especie de hoja de ruta para salvar vidas.
El modelo adoptado fue sencillo pero potente, una estrategia de expansión gradual que se parecía a una “gota de aceite”. Comenzamos en las áreas más cercanas y poco a poco, la propagación de la atención de calidad, cubriendo más y más territorios, alcanzando todos los puntos de influencia. La colaboración con Angels permitió al equipo de Emergencia Uno acceder a las mejores prácticas y protocolos internacionales, perfeccionando cada paso, cada técnica y cada detalle.
Así que comenzamos a trabajar en el nuevo desafío: que el servicio de urgencias tuviera una red de atención que no solo abarcase áreas urbanas, sino que también alcanzara los alcances más lejanos del país, donde el acceso a los recursos médicos era limitado. Cada nueva ambulancia equipada con tecnología avanzada, cada nuevo personal capacitado, sería una promesa cumplida para que el sistema sanitario del país fuera más fuerte y eficaz.

A lo largo del camino, llegaron los reconocimientos. En 2024, Emergencia Uno recibió el prestigioso premio Angels Diamond de la EMS, una señal de que el esfuerzo y la dedicación al tratamiento del ictus no pasaron desapercibidos. Este premio no solo celebró el éxito de la intervención, sino también la fuerza del trabajo en equipo, la disciplina y la pasión por mejorar las vidas de aquellos que más lo necesitaban.
Pero aunque el logro fue excelente, el trabajo no finalizó. En 2025, Emergencia Uno tenía un nuevo objetivo: ampliar aún más sus fronteras. La “gota de aceite” tenía que crecer y cubrir todo el país. No era suficiente llegar a las grandes ciudades; ahora tuvimos que asegurarnos de que las personas de las áreas más remotas también tuvieran acceso a la misma atención rápida y de alta calidad.
A medida que avanza el plan, la tecnología también desempeña un papel crucial. Las herramientas de telemedicina empezarán a convertirse en una parte integral del sistema. Las ambulancias tendrán dispositivos que permiten a los médicos realizar diagnósticos en tiempo real, y las consultas pueden realizarse de forma remota con los hospitales.

Sin embargo, el núcleo de esta expansión no es la tecnología, sino la concienciación de la comunidad. Las personas necesitan conocer los síntomas del ictus, saber qué hacer en caso de ictus y entender que una intervención inmediata puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Las campañas educativas deben multiplicarse, aportando esperanza y conocimiento a miles de familias.
En todo el país, las personas serán conscientes de la importancia de actuar rápidamente, no perder tiempo y confiar en que el sistema de emergencia ha comenzado a evolucionar para salvar vidas. En todas las esquinas, en todos los barrios, en todas las esquinas de Uruguay, empezará a sentir la huella de un sistema sanitario más sólido, más conectado y más preparado.
El sueño de Emergencia Uno se cumplirá, porque no se trata solo de salvar vidas, sino de darles a los pacientes la oportunidad de vivir una vida plena, sin las devastadoras consecuencias de un ictus no tratado a tiempo. Con cada historia de éxito, de pacientes que vuelven a casa para seguir con sus vidas, el equipo de Emergencia Uno sabe que están construyendo algo mucho más grande que una sencilla red de atención sanitaria.
Es un legado, una promesa de que en cada emergencia en nuestra red, en cada hora crítica, hay un ejército de profesionales que están listos para responder, preparados para afrontar cualquier cosa que se les presente. Queda mucho por hacer, pero estamos seguros de que el futuro de la atención prehospitalaria para el ictus en Uruguay ya no será el mismo. Porque cada vida salvada es un paso más hacia un país en el que un ictus no sea una frase, sino una oportunidad para seguir adelante.