Se esperaba que el Hospital Cruz Roja en Córdoba, España, empezara a tratar a los pacientes con ictus en junio de 2020. La asesora de Angels, Alicia Arjona, ya había empezado a trabajar con ellos desde finales de enero, pero, al igual que con la mayoría de las actividades que implicaban a hospitales que tratan a pacientes con COVID-19, se puso en espera debido a la pandemia.
A finales de mayo de 2020, después de que el gobierno español hubiese aliviado sus restricciones, acordamos avanzar con la formación multidisciplinar, comenzando por la fase hiperaguda. Se debían realizar algunos pasos de preparación adicionales para cumplir las directrices de seguridad, como garantizar que había suficiente espacio para que hubiera una distancia de seguridad entre todos los participantes, así como la provisión de geles y máscaras hidrolizadas, todo lo cual se gestionó sin mayor problema.

Cuando se realizó la formación sobre la fase hiperaguda, la normativa española solo permitía un máximo de 30 personas en una habitación. Había 60 participantes entre médicos, radiólogos, enfermeros e incluso celadores, por lo que tuvo que hacerse en dos veces (20 y 21 mayo) en una habitación con capacidad para 100 personas.
Las formaciones sobre las fases aguda y posaguda se llevaron a cabo el 4 de junio y por entonces la restricción había aumentado a 50 personas en una habitación y pudimos acomodar a todos los participantes (principalmente enfermeros) juntos.
A lo largo de todas estas sesiones internas, que se celebraron después de su horario laboral, todos los participantes tuvieron una clara sensación de compromiso, ya que se establecieron un objetivo medio de DTN de 25 minutos.
El 9 de junio, el equipo realizó dos simulaciones que tuvieron dos escenarios en cuenta: Las llegadas con y sin notificación EMS previa, y los pacientes que tenían confirmado si eran positivos o negativos para COVID 19. Las simulaciones les ayudaron a evaluar las diferentes vías que habían preparado para los diferentes escenarios, p. ej., la recepción del paciente en la zona roja y la vía alternativa a la TAC para aquellos a quienes se había confirmado o se sospechaba que habían sido infectados por el virus. En definitiva, todos estaban contentos con el protocolo que habían desarrollado y los 15 minutos resultantes simularon el tiempo desde la llegada hasta el tratamiento.
A partir del 10 de junio, el Hospital Cruz Roja se convirtió oficialmente en el tercer hospital preparado para el ictus en Córdoba, donde solo hay un centro integral y otros dos centros de tratamiento. También se han incluido como parte de la red de servicios de emergencias médicas, que es bastante poco frecuente en un hospital privado en España gracias a su estrecha compromiso con el servicio de emergencias médicas local durante los procesos de formación y preparación. Como beneficio inesperado añadido, el hospital también ha decidido convertir el espacio actual en la UCI para los pacientes con COVID-19 en una unidad de ictus.
Para nosotros, estas dos historias son un gran recordatorio de que, como Angels, debemos estar siempre preparados para adaptarnos a nuestro entorno por el bien de los pacientes de ictus. De hecho, esta pandemia global es una preocupación grave y es fácil quedarse pillado preocupándose por ello. Esperamos que estas experiencias de Portugal y España nos ayuden a recordar que es nuestro deber pensar siempre en términos de pacientes con ictus, no solo en COVID-19, y que, si aún no lo hemos hecho, es el momento de volver a adaptarnos a la nueva normalidad.