Conforme el mundo vivía ola tras ola de COVID-19, los asesores de Angels en Rusia y los países vecinos de habla rusa decidieron empezar sus propias oleadas... de inscripciones: registraron a más de 1000 personas en un programa de formación para el personal de enfermería con el potencial de transformar la comunidad de atención del ictus en esta región.
Según las conclusiones de un estudio de 2016 sobre supervivencia en el ictus, si desea salvar más vidas de pacientes con ictus, solo tiene que añadir un miembro más del personal de enfermería formado. El mejor factor de predicción de la supervivencia de los pacientes fue un número óptimo de enfermeros para proporcionar atención a los pacientes, según hallaron los investigadores de la Universidad de Aberdeen después de estudiar los desenlaces de mortalidad de 2388 pacientes con ictus en fase aguda en ocho hospitales del este de Inglaterra.
De hecho, un aumento de tan solo un enfermero formado por cada 10 camas podía reducir la mortalidad a los 30 días en hasta un 28 % y la mortalidad a un año en hasta un 12 %.
Teniendo en cuenta la evidencia que este y muchos otros estudios brindan sobre el papel clave que desempeña el personal de enfermería en la atención del ictus, es posible extrapolar que las vidas salvadas al proporcionar formación específica para el ictus a 1000 enfermeros podrían, con el tiempo, llenar una sala de conciertos relativamente grande; incluso podrían llenar un pequeño estadio si cada enfermero que completa la formación empieza a abogar por la mejora de la atención del ictus y comparte sus conocimientos con sus compañeros.
Quienes lidian con matemáticas de crecimiento exponencial solo tienen que recordar la aceleración de las infecciones por COVID-19 en las comunidades más vulnerables. Pero a medida que la primera, segunda y tercera olas de COVID-19 laceraban un país tras otro, los asesores de Angels en Rusia y ocho de los países vecinos supieron capear el temporal brindando formación sobre atención del ictus a más de 1000 enfermeros.
Un largo viaje hasta Kazán
Volvamos atrás a 2019. En la República de Tartaristán, a unos 800 km del este de Moscú, dos asesores de Angels están de camino a Kazán después de una sesión de formación para médicos en un hospital de ictus a tres horas de distancia.
Kazán es la capital de Tartaristán y uno de los centros culturales más importantes de Rusia. También es un baluarte de excelencia en la atención del ictus, un galardón atribuido en gran parte gracias a la Dra. Dina Khasanova. No solo lidera el equipo de ictus en el Centro de Diagnóstico Clínico Interregional (ICDC) de Kazán, sino que también impulsa la mejora de la atención del ictus en toda la región.
En su largo viaje a Kazán, los consultores revisan la formación que acaban de completar y luego pasan a otros temas. ¿Y si ofrecieran este tipo de formación al personal de enfermería?, se preguntan. Un vistazo al calendario confirma que 2020 será el Año del Personal de Enfermería y de Partería. En aquel momento nadie sabe que también será el año en el que una pandemia provocará el confinamiento de la mayor parte del mundo.
La primera sesión de formación para el personal de enfermería tiene lugar en Tartaristán en diciembre de 2019. Está basada en los 20 módulos abarcados en el programa de aprendizaje electrónico de la Titulación de personal de enfermería especializado en ictus de Angels y cuenta con 10 asistentes. En marzo de 2020, 15 miembros del personal de enfermería asisten al mismo curso, que ahora incluye una clase magistral adicional sobre la atención en la UCI, y poco después, la primera ola de COVID-19 pone en jaque al mundo.
Sin embargo, tanto Maria Koneva desde Moscú como Lev Prystupiuk desde Ucrania están trabajando en la segunda ola de formación para el personal de enfermería.
Pensar a lo grande
El concepto es ambicioso: cuatro seminarios virtuales consecutivos sobre cómo mejorar la atención del ictus impartidos de forma remota a personal de enfermería de nueve países: Rusia, Ucrania y los siete países a los que presta servicio Lev, concretamente Armenia, Bielorrusia, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia y Uzbekistán. Habrá un seminario virtual por semana, cada uno durará poco más de 2 horas y se impartirá simultáneamente en tres idiomas.
En junio de 2020, se celebra una reunión del comité directivo en la que el Dr. Timur Diemin, director de la Unidad de Ictus del ICDC de Kazán, presenta el concepto. Ahora, los consultores disponen de tan solo tres meses para preparar el material, resolver problemas técnicos, contratar a oradores expertos e inscribir a los participantes.
A finales de agosto, se solicita y obtiene el respaldo de la Organización Europea del Ictus, y tras otra reunión del comité directivo, la formación comienza el 7 de octubre.
El curso se emite desde Kazán y a él asisten de forma remota 450 miembros del personal de enfermería. Consiste en una versión adaptada de los módulos de aprendizaje electrónico, pero ahora también incluye una introducción a la atención del ictus, tratamiento intensivo de la UCI, apoyo nutricional y disfagia, así como clases magistrales de postura y movilidad, la colocación y el cuidado de sondas y catéteres y el tratamiento administrativo y autopsicológico.
Esta última sesión es la más popular de todas. No solo transmite mejores prácticas para comunicarse con los pacientes y familiares, sino también para detectar y abordar los signos de agotamiento profesional entre el personal de enfermería.
Enfatiza un beneficio importante de la formación, a saber, que el personal de enfermería se sienta reconocido, valorado y aplaudido como un miembro valioso de la comunidad del ictus.
Difundir el mensaje
Para cuando llega la primavera de 2021, ya hay lista de espera para la tercera ola de formaciones; así, María y Lev vuelven a ajustar el contenido y la presentación. Se celebran cinco sesiones en lugar de cuatro y se decide juntar a personal de enfermería de distintos países en la formación, lo que ayuda a reforzar la sensación de pertenencia a una comunidad transfronteriza. El material se personaliza para tener en cuenta protocolos específicos de cada país, como el uso de distintas escalas de evaluación.
Al igual que con las primeras sesiones, se hace hincapié en el aprendizaje interactivo y se establece un límite de 30 participantes por sesión.
Uno de los proyectos para perfeccionar el curso es celebrar una clase magistral más interactiva sobre disfagia en asociación con Nutricia; se prevé incorporarlo en la próxima ola de formación, que llega a Rusia en septiembre y al resto de países de la región en noviembre. A petición del ministro de salud de Ucrania, la estructura y los materiales del curso se han compartido con profesionales locales que realizarán la formación ellos mismos.
Gracias a un acuerdo con la Asociación Nacional de Personal de Enfermería de Rusia, la formación ha sido acreditada de tal modo que contará en los puntos de formación continua que el personal de enfermería debe acumular anualmente para renovar su licencia.
Según los asesores, lo más importante es garantizar la participación de al menos uno o dos enfermeros de cada unidad de ictus de la región. El objetivo es lograr una distribución lo más amplia posible de estos entusiastas paladines de la atención al ictus encargados de transmitir sus conocimientos en sus departamentos.
Una nueva ola
La teoría de la desviación positiva (o aspectos positivos) dice que cuando encuentras algo que funciona, puedes replicarlo en otro lugar. María y Lev ya han comenzado a desarrollar una iniciativa de formación similar para los servicios médicos de emergencia de la región.
La primera ola debería golpearlos muy pronto.