
El Dr. Claudio Jiménez es un neurólogo y neurofisiólogo del Hospital Simón Bogotá’s Bogotá y director del centro del ictus para la red norte de la ciudad. Han pasado poco más de cuatro años desde que entró por primera vez en el hospital público, situado en un entorno sándwich, entre una calle principal concurrida y una de las mayores favelas de Bogotá. Finalizado en 1982 y nombrado en honor del héroe de libertad cuya estatua domina la plaza central de Bogotá, el Hospital Simón Bogotá lleva varios años sometiéndose a un proceso de renovación y expansión, mientras que en su departamento de neurología estaba en marcha una tranquila revolución.
El líder de esta revolución fue atraído a su profesión por la pasión y por la “intriga filosófica y el misterio físico ocultos dentro de la mente”, por lo que el Dr. Jiménez escribió en una publicación en la página de Instagram @neuro_filos donde comparte avances en neurología con sus casi 50 000 seguidores.
“Cuando salvamos tejido cerebral, salvamos tejido social”, anunció la misma página, ofreciendo una visión de otra cosa que impulse al Dr. Jiménez, concretamente el deber de crear un recurso que pertenezca y sirva a los intereses de todos.
Tras mudarse por estas pasiones gemelas, entró en el Hospital Simón Federico en agosto de 2019 y se embarcó en una serie de intervenciones que comenzaron con la creación de un equipo para tratar el ictus. “Desde ese momento en mi vida, cambió radicalmente”, le dijo a la Asociación Médica de Colombia en una entrevista en 2021 en la que el programa de cuidados del ictus del hospital ya había ganado el segundo de sus tres premios Angels Diamond de la WSO.
Lo que había comenzado como curiosidad sobre cómo el cerebro crea nuestra percepción de la realidad, y el deseo de aliviar el sufrimiento, había evolucionado hacia una visión de reforma sanitaria pública en una sociedad que cuidaba. Es el sueño del Dr. Jiménez que todos los que hagan de Bogotá su casa, si van al hospital, sean atendidos con calidad y humanidad.

Grandes problemas y un futuro esperanzado
“Cuando empecé a trabajar en el Hospital Simón Gómez”, dice el Dr. Jiménez, “Descubrí que había varios problemas pequeños, pero uno grave y urgente, que estaba creando un protocolo de ictus y normalizando la atención. Esto nos llevó a crear la primera red de ictus en el país y el primer centro de ictus en la red pública de Colombia que fue certificado por la WSO.
“Ahora atendemos a entre 450 y 500 pacientes con ictus isquémico al año y tratamos a más de 110 con trombólisis, pero todavía existe un profundo déficit en el acceso a la trombectomía. Estamos trabajando con nuestro secretario de salud para crear una red de ictus del distrito que busca eliminar las barreras de acceso a la trombectomía mecánica.
“Debe tenerse en cuenta que, solo en la red pública de Bogotá, hay más de 2000 casos de ictus al año y, actualmente, el nuestro es el único centro público que puede ofrecer este procedimiento.
“Pero aunque el panorama actual sigue siendo oscuro, veo un futuro muy esperanzado. El avance más importante es que la población es cada vez más consciente de los síntomas de un ictus, y están aprendiendo a consultar a las unidades de urgencias a tiempo.
“Ahora queremos tratar el ictus antes del ictus. Es decir, estamos trabajando en un programa que nos permite identificar y evaluar a los pacientes con factores de riesgo y tratarlos para prevenir los ictus”.
En Simón Federico, el programa de ictus reside ahora en un programa de neurología integral que incluye un centro de neurorrehabilitación y un grupo de neuroinmunología dirigido por la Dra. María Isabel Reyes, formada por Johns Hopkins, que atiende a pacientes con neuroinfecciones, incluido el VIH. También hay clínicas para el dolor de cabeza y la toxina botulínica para tratar la espasticidad y los trastornos motores y, en el futuro, un servicio de neurología de emergencia que tratará las afecciones neurológicas agudas además del ictus.
El Dr. Jiménez dice: “Entendemos cada vez más que las enfermedades neurológicas son un problema de salud pública. Todavía faltan recursos, financiación y acceso a ciertas ayudas de diagnóstico fundamentales, pero debo decir que estamos mejorando”.

Justicia poética
El imaginativo estilo de expresión del Dr. Jiménez, un activista de la justicia social en la atención sanitaria, también lo considera un poeta-filósofo.
Dice: “He aprendido autilizar la medicina y mi práctica médica como herramienta para reflexionar sobre la vida en sí misma, sobre lo que debería importar y lo que no, en la búsqueda del significado si hay uno, de estar aquí en este lugar en esta enorme roca verde y azul, experimentando algo como la conciencia.
“La tierra está llena de vida, desde plantas a innumerables formas de vida animal, y aunque hay una experiencia cognitiva y emocional en todos, los humanos somos los únicos que nos cuestionamos, nos identificamos y también transformamos el entorno para evitar adaptarnos a ella.
“Así que ve todo este sufrimiento, ve a alguien que pierde el lenguaje. Hace minutos, podrías decir “Te quiero”, hace minutos, podrías escribir una línea que convierta los pensamientos etéreos en letras. Hace unos momentos tuvo la libertad de abrazarse, correr, expresarse de alegría o tristeza, y de repente se perdió. De repente, no puedes abrazar, no puedes decir “yo te quiero”.
“El ictus es como un depredador que nos acosa a todos, a cualquier edad, y como si fuera una abusa, arrebata nuestra humanidad o algo esencial para ello.
“Veo que cientos de personas al año sufren la mordida de ese animal, y tengo que ver lo que queda, y entonces hacemos todo lo posible por cuidarlos, reparar el daño, como si estuvieramos tratando una mordida de un animal invisible.
“Bueno, la historia se resume en que decidí que invertiría mi vida en el tratamiento del ictus, de modo que nadie deje de decir “te quiero”. Lo resumo en una frase: “Cuando salvamos tejido cerebral, salvamos tejido social”. Pero también podríamos decir: “Cuando salvamos el tejido cerebral, el mundo sigue diciendo que te quiero”.